Ensayo, “Soy una tonta por quererte” de Camila Sosa Villada

de Valentina Castro

En “Soy una tonta por quererte” de Camila Sosa Villada, el lenguaje juega un papel importante: aunque se cuenta una historia muy dura desde perspectivas que no se habían enfocado, no se hace de forma triste. La jerga de los personajes se expresa con gran prolijidad, reflejando perfectamente el ambiente en el que viven los personajes. Sosa Villada crea un espacio en la literatura para dar a conocer la violencia que soportan los cuerpos de las travestis, su deseo sexual y el rechazo que sufren en la sociedad. De esta manera, los lectores pueden acercarse a una realidad que existe y que debe ser contada. Este cuento explora la complejidad de la identidad de género y su performatividad a través de las vidas de María y Ava, dos mujeres travestis que deben negociar constantemente entre sus identidades femeninas y sus cuerpos masculinos, adaptando sus actuaciones de género según el contexto para sobrevivir en un mundo que las margina y rechaza.

En la historia, la narradora, María, y su amiga Ava son dos travestis que trabajan en un salón de belleza en Harlem, Nueva York. Ellas conocen a Billie, una cantante de jazz que las trata con cariño y las llama “cariño” y “amor”. Billie es descrita como una verdadera dama a pesar de su apariencia de “vieja puta, negra, alcohólica, sin dientes, ex convicta, heroinómana” (Sosa Villada 55). La narradora y Ava frecuentan los fumaderos de Harlem, donde conocen a hombres con los que tienen relaciones. Ava es más exitosa que la narradora en conseguir amantes. Ellas viven en la casa de Mamma Mercy, una mujer negra generosa que las acoge. Eventualmente, conocen a Billie en uno de esos fumaderos. Billie las trata con mucha ternura y les da consuelo, a pesar de su propia situación precaria. La narradora y Ava se encariñan con Billie y se dedican a cuidarla y arreglarla cuando su salud empieza a deteriorarse.

El mensaje principal del cuento es la aceptación y el amor entre personas marginadas de la sociedad. A través de la historia de amistad entre María, Ava y Billie, el cuento transmite la importancia de encontrar consuelo y alegría en la compañía de otras personas que enfrentan dificultades similares, a pesar de las adversidades de la vida. Cómo el amor y la amistad pueden ayudar a sanar heridas y aceptar aspectos de uno mismo que antes se odiaban, como el pene en el caso de María. Pero esta aceptación también viene con muchas complicaciones. La belleza y la humanidad que pueden encontrarse en personas que la sociedad considera “indeseables” o “feas”, como Billie, una mujer mayor alcohólica y drogadicta. El cuento celebra el amor, la amistad y la aceptación entre personas marginadas, mostrando cómo estos vínculos pueden brindar consuelo, ayudar a sanar en un mundo que las rechaza, pero demuestra la realidad que amistades que tratan de ayudar también puede llegar hacerles daño. El mensaje principal es que la verdadera belleza y valía de una persona no depende de su apariencia o estatus social. En hacer esto el cuento demuestra el concepto de Judith Butler de “gender performance” por la actuación de las mujeres, especialmente de María.

Al vivir sus vidas en Harlem, las mujeres travestis ejercían su género masculino, ya que había momentos en los que tenían que actuar de forma más masculina, pero en la oscuridad de la noche, con ciertos hombres, podían ser libres para ejercer su género femenino en el que se sentían más cómodas. Judith Butler argumenta que el sujeto mujer es más bien una construcción discursiva producida por estructuras de poder, y que las identidades de género no son esenciales sino performativas: es decir, se constituyen a través de la repetición de actos, gestos y estilos. Demuestra esto en decir,

The subject is not determined by the rules through which it is generated because signification is not a founding act, but rather a regulated process of repetition that both conceals itself and enforces its rules precisely through the production of substantializing effects. (Butler 185)

Por eso, en las vidas de Ava y María, a veces hacen diferentes actuaciones de género. Por ejemplo, cuando fueron para hacer un mandado para Billie, Sosa Villada utilizó lenguaje específico para demostrarle al lector que las mujeres no fueron vestidas de manera “femenina” o como mujeres cuando dice, “Nosotras, que para hacer el mandado fuimos nosotros, cumplimos en llevarla y entregarla en mano a Sarah, que se comportó, hay que decirlo, como un ángel de sonriente amabilidad” (Sosa Villada 89). Es una forma de demostrar la actuación de género necesaria para que estas mujeres vivan en paz y sobrevivan.

Otro ejemplo del gender performance como manera de protegerse es cuando Ava y María fueron a ver a Billie cantar pero

Esta vez no estábamos travestidas, nos refugiamos en nuestras ropas de hombre para ir a un bar de jazz y evitar los problemas. Tal vez Ava, con su belleza nórdica, hubiera pasado desapercibida; o no, mejor no averiguarlo. Pantalones, camisa, zapatos bajos y unas gotitas de perfume detrás de las orejas para no sentirnos pérdidas en todo ese disfraz. (Sosa Villada 75)

Actuaron como el género masculino para poder evitar problemas en los que podrían meterse si actuaran como el género femenino. La complejidad entre la amistad de Ava y María también se muestra aquí porque es evidente que la interpretación del género femenino de una de ellas, Ava, es más aceptada debido a sus características físicas y a su raza, mientras que a María le resulta más difícil hacerlo. Sin embargo, Ava ni siquiera intenta representar el femenino porque, como alude María al decir “mejor no averiguarlo”, podría acabar muy mal y de forma violenta (Sosa Villada 75). En la descripción de la ropa masculina que llevaban, el toque de perfume mostraba lo perdidas que se sentían al actuar en masculino y cómo sólo era una forma de protegerse y no de ser quienes se sentían más cómodas que era en femenino.

Por otro lado, la representación de su género femenino es cómo Billie las aceptaba y así lo demostró dedicándoles una canción como mujeres: “‘Esta canción es para dos señoritas que están conmigo esta noche, quiero un aplauso para ellas…Billie Holiday nos guiñara el ojo desde el escenario como diciendo: ‘Son ustedes, travestis tontas’” (Sosa Villada 79). El acto de la aceptación de Billie es muy complicado, porque al aceptarlas como mujeres y darles sus viejos vestidos todavía es consciente que Ava y María tienen cuerpos masculinos. Demuestra esto cuando se refiere a ellas como sus guardaespaldas a su ex, Louis, porque Billie sabe la fuerza de hombre que tienen estas mujeres, aunque ella las reconoce como mujeres (Sosa Villada 82).

La complejidad de la aceptación también se demuestra en los últimos encuentros entre Billie y María. Billie le pide a María que le haga el amor con que María responde, “Pero no soy un hombre, como puedo hacer eso” y Billie le responde, “No necesito a un hombre. Necesito a mi amiga, a María … que me acaricie María” (Sosa Villada 99). Esto demuestra que Billie ve la actuación de género de María y la ve como mujer, pero reconoce que físicamente tiene pene. Pero María, como mujer travesti, se encuentra en un constante proceso de ejecutar su identidad de género femenino. Esto implica adoptar ciertos códigos, gestos y comportamientos que son culturalmente asociados con la feminidad. Sin embargo, en esta escena, María se ve obligada a usar su pene, una parte de su cuerpo que no se ajusta a su identidad de género . Esto genera un conflicto interno, ya que su acto sexual con Billie desafía su actuación de género femenino. La confusión y el rechazo que siente la narradora hacia su pene “duro” sugieren que ella no lo considera parte de su identidad de mujer. Usar esa parte de su cuerpo, aunque sea en un acto de consuelo, la hace cuestionar su propia feminidad.

Cuando María llora al final del acto sexual puede interpretarse como una reacción emocional a este quiebre en su actuación de género (Sosa Villada 100). María repite constantemente el acto de no usar el pene o de mantener relaciones sexuales como un hombre, así que cuando realiza este acto sexual con Billie rompe lo que Judith Butler diría que es su “regulated process of repetition that both conceals itself and enforces its rules precisely through the production of substantializing effects” (185). Esta ruptura de su proceso regulado puede ser interpretada por María como una forma de traicionar su identidad femenina al usar su pene y hacerla dudar de su autenticidad como mujer. En este sentido, el fragmento ilustra cómo la identidad de género no es algo fijo, sino un proceso constante de performatividad que puede verse interrumpido por actos que desafían los códigos de género establecidos. La narradora, a través de su conflicto interno, nos muestra cómo la identidad de género es frágil y está sujeta a cuestionamientos, especialmente cuando el cuerpo no se alinea con la performance de género deseada. Es un momento de crisis en el cual la narradora debe negociar su identidad femenina con la realidad de su anatomía.

En resumen, “Soy una tonta por quererte” de Sosa Villada ofrece una mirada profunda a las complejidades y contradicciones de la identidad de género travesti. A través de las experiencias de María y Ava, el cuento ilustra cómo el género es una construcción performativa que debe ser constantemente negociada y adaptada según las circunstancias. La escena culminante del encuentro sexual entre María y Billie representa un momento de crisis en el que la narradora debe reconciliar su identidad femenina con su anatomía masculina, desafiando las normas de género establecidas. Esta exploración de la fragilidad de la identidad de género y su naturaleza performativa es uno de los aportes más valiosos de la obra.

Obras citadas

Butler, Judith. Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, Routledge, 1990.

Sosa Villada, Camila. “Soy una tonta por quererte”. Soy una tonta por quererte, Tusquets Editores S.A., 2022, pp. 55-103.