“Nada de carne sobre nosotras” de Mariana Enríquez

Escrito por Natalia Serrano-Chavez

En su cuento “Nada de carne sobre nosotras” Mariana Enríquez explora la relación interpersonal de la narradora entre su pareja y una nueva relación con una calavera. ¿Se oye extraño no? Aun lo extraño que es el cuento, nos brinda preguntas e ideas del cuerpo de la mujer y cómo existe en la sociedad. Aquí se nos presenta un personaje que se obsesiona con una calavera y que comienza a hablarle y vestirla para personificarla. La obsesión con la calavera nos brinda una idea del cuerpo y nos hace pensar en qué exactamente es lo que hace que la narradora se obsesione: ¿es el cuerpo esqueleto que ella desea? Se ve como una obsesión de cuerpo sin carne, cuerpo de solo huesos blancos, cuerpo que imita la muerta. Todos los detalles sobre la calavera, que se llama Vera, y el cuerpo esqueleto se pintan como bellos y se describen en metáforas románticas y referencias a imágenes que han sido brindadas cómo “belleza”.

Sin embargo, adonde no se ve esta “belleza” es en la perspectiva de la narradora sobre el cuerpo de su novio, Patricio, que es muy gordo en su opinión y opina también que a ella no le gustan los gordos. Además, dice que su novio no puede entender ni ver la belleza de los huesos. Cuando Vera entra la casa, la narradora le pregunta sobre el novio y comenta que, si Vera pudiera hablar, ella sabe que le dijera que lo deje. Lo describe también como “sentido común”.

Aquí es donde el lector comienza a ver señales de la obsesión de la narradora profundizando, porque le comienza a hablar y también hablar por ella. Patricio y la narradora se separan porque él es perezoso y en contra de mantener a Vera en la casa. Además, también se nota el desbalance de poder entre la relación de la narradora y Patricio en cuanto que ella cocina por él y lo mantiene en su departamento. La narradora desea el cuerpo de esqueleto tanto que para de comer para obtenerlo y se ve que imita el esqueleto cuando su mamá nota que se está poniendo muy delgada en que la narradora dice que es por causa de la separación.

Se puede ver como una crítica de la sociedad y los estándares de belleza que se imponen en la mujer. Puede ser que la narradora está obsesionada con el cuerpo esqueleto porque la delgadez es algo que ha sido brindado como “bonita” en la sociedad y quiere obtenerla aunque le haga daño físicamente y en sus relaciones interpersonales. Además, se puede leer también este cuento como un episodio de una crisis mental entre la narradora y el trastorno de anorexia. Esta obsesión de huesos puede exigir más que sintiendo una presión social para una mujer sino que también se puede atribuir a un trastorno a causa de algo personal o la sociedad. Aunque no se sabe mucho sobre la vida del personaje antes que obtiene la calavera, lo que sí sabemos y vemos es su obsesión con el cuerpo no solo de ella misma, sino de su ex-novio también. Por lo tanto, esta perspectiva nos brinda lo extremo que puede ir la mujer por causa de la presión social y los estándares de belleza.

Se ven señales de un trastorno mental cuando Patricio le dice que está loca por tener la calavera y ella le responde que tal vez sí es. Puede ser que esta respuesta sea de humor o sarcasmo, pero también se ve una realidad en eso. Aunque no se muestran emociones negativas contra Vera, la relación entre la narradora y la calavera se puede ver como una de envidia. Es decir que la narradora tiene envidia contra Vera porque tiene el cuerpo que ella desea porque para ella, el cuerpo deseado no es un obstáculo porque ya lo tiene Vera. Y la realidad aquí es que la narradora jamás podrá alcanzar el cuerpo de esqueleto mientras que esté viva porque el ser esqueleto pertenece a los muertos. A lo largo del texto, Enríquez reconstruye el cuerpo de la mujer usando una mujer que está viva y otra muerta. Se yuxtaponen estos personajes para demostrar que, aunque la narradora está viva, ella desea el cuerpo de una mujer muerta y eso también se puede atribuir a una enfermedad mental.

Fuentes

Enríquez, Mariana. “Nada de carne sobre nosotras”. Las cosas que perdimos en el fuego, Anagrama, 2016, pp. 125-130.