Revista Væranda

Ganesh Mejia Ospina

This piece was written after discussions in the class “Curso de redacción académica para hablantes nativos” taught by Lidwina van den Hout

¿Qué ocurre en una conquista masiva como la española? Una sociedad entera coloniza a otra. Una sociedad entera impone, con justificaciones bien o mal concluidas, su cultura, sus valores, y sus organizaciones sociales. En todo país colonizado latinoamericano existe, innata, una fuerte tensión dado este fenómeno. ¿Cómo se mezclan dos formas de existir ajenas una a la otra? Es un reto mortal, que termina causando guerras, sumisión, esclavitud, rencor, tragedia, rebeldía. Y un reto que se manifiesta en el arte, la religión, la literatura, la política, la jerarquía social, en fin…una lista eterna e interesante que termina moldeando las identidades de los descendientes de esta tensión: los latinoamericanos. Dentro de esta lista de tensiones existe la tensión de la arquitectura, especialmente la de Cuzco. De esto se va a tratar este ensayo: la manera en que la tensión arquitectónica de Cuzco representa la identidad y lucha interna del peruano y del latinoamericano.

En términos arquitectónicos, Cuzco es el ejemplo perfecto de esta tensión. ¿Por qué? Los españoles frecuentemente usaron como base estructural construcciones incas, para encima erigir sus construcciones. No requiere mucho conocimiento sobre el tema para darse cuenta de que estos espacios españoles, dedicados a preservar sus costumbres y estéticas, crean un contraste con los espacios Incas. Las sensibilidades estéticas españolas son supremamente diferentes a las Incas. Con poca imaginación, la imagen de un Perú colonizado se perfila en la imaginación a través de dichas construcciones: el Inca, en muchos casos, por debajo, sosteniendo al español arriba, “el español, con piedra incaica y las manos de los indios.´´[1], como describe José María Aguedas.

Como argumenta Schreffler, “Las distinciones atrevidas entre materiales, técnicas, y estilos en Santo Domingo y a través de la zona histórica importante de Cuzco es visualmente alarmantes.´´[2]. Y es que son estéticas muy distintas. Los incas tienden a usar piedra pura, de un gris arcaico, sólido, e inmutable. Son construcciones que carecen de lo humano, y habitan algo más parecido a lo natural, la montaña, lo vivo. En la novela de José María Arguedas, Ernesto reconoce esta calidad: “Toqué las piedras con mis manos y seguí la línea ondulante, imprevisible, como la de los ríos, en que se juntan los bloques de roca…el muro parecía vivo”[3] Las construcciones incas, especialmente los famosos muros, no son perfectamente geométricas. Son ondulantes e imprevistas, y evocan una dimensión dinámica que carecen las construcciones coloniales.[4]

¿Cómo son las construcciones coloniales? ¿Por qué son tan distintas a las construcciones incas? Es peculiar porque al pensar en construcciones viejas, en construcciones con encanto y carácter, el estilo colonial aparece como ejemplo perfecto, construcciones que en nuestro contexto moderno parecen anacrónicas. Pero para los incas no. Para los incas, la sensibilidad estética colonial era nueva, estéril, aburrida, y blanca. Una gran repetición de los mismos patrones geométricos, paredes blancas, y techos siempre de teja naranja. No es dinámico, es estático y repetitivo.  No tiene esa cualidad de piedras distintas una a la otra, de imperfecciones, de construcciones “vivas”.

Pero en Cuzco, acordémonos, coexisten las dos en una tensión de dos estéticas diferentes mezcladas. Por ejemplo, Schreffler nos indica una iglesia católica en Cuzco[5]. La pared basal de la iglesia, o sea los primeros dos metros, son de un estilo muy inca: piedras grisese arcaicas, impredecibles, vivas. Esas piedras sostienen el resto de la iglesia, predeciblemente de estilo español. Como argumenta Schreffler: “La pared del sur de la nave de la iglesia…decorada de iconografía cristiana encima de un muro inca, sirve como yuxtaposición entre estilos, materiales, e imágenes exactamente como las primeras catedrales de Cuzco lo deberían haber hecho.“[6]. Es una yuxtaposición muy similar a las que nos presenta José María Arguedas. En los ríos profundos, Ernesto es inca y católico, como nuestro muro. A Ernesto le fascinan los muros incas, le fascina el Dios católico, pero nunca dice nada sobre la magia de la arquitectura española. Deja al lector con la misma descripción de la estética colonial que ofrecí previamente: nueva, esteril, aburrida, y blanca.

Es importante mencionar que existe una construcción que actúa como contradicción a esta tensión. Y debería dedicarle un poco de tiempo. La Plaza de Armas en Cuzco es el puente donde, al menos según los españoles, no encontraron necesidad de sobreponer sus construcciones. Acá la tensión se disipa. La Plaza es el único espacio que sigue, por lo general, intacto desde el régimen Inca. ¿Por qué en la Plaza de Armas no sobrepusieron construcciones coloniales? “Los españoles deberían haber imaginado la plaza inca como uno de esos espacios, uno parecido a esos construidos en España y en las Américas como sitios de interacción civil y buena gobernación“[7]. Es decir, cuando los españoles derrumban un imperio establecido, y en su lugar construyen una nueva España, esa transformación está motivada en diferencias fundamentales entre cultura y costumbre. Cuando hay semejanzas entre costumbres y culturas no hay necesidad del derrumbe. Como ambos entendían y utilizaban las plazas de maneras semejantes, La Plaza de Armas sigue relativamente intacta.

Ya con una idea más completa sobre la arquitectura cuzqueña, volvamos a la idea del latinoamericano. Les cuento: está bastante aporreado. ¿Quien no lo estuviera, existiendo en un estado de tanta tensión y contraste que pide a gritos una armonía inalcanzable? Ernesto, el protagonista en mi tesis, tampoco parece estar muy contento. Al terminar el cuento se escucha el acorde de discordia dentro de los aires más profundos de su pequeño ser. Y se ve, con clarividencia, su futuro de lágrimas perpetuas, como la de su padre. El latinoamericano vive este mismo problema. En los aires más profundos de su ser imita el mismo acorde de discordia que el de Ernesto, el estado liminal entre Chingador y Chingado. No ha encontrado su Plaza De Armas. Ese espacio donde existen en armonía dos cosas ajenas, que se mezclan con facilidad. Hoy en día, los centros urbanos de Lima, Bogotá, y Quito se ven medio iguales. La tensión latinoamericana ha evolucionado a temas más complejos y abstractos, posiblemente más difíciles de desenmarañar, que la arquitectura colonial construida sobre la inca ¿Y el latinoamericano, cómo va a cambiar?

 

[1]  Arguedas, 149

[2] Scheffler, Introducción. Traducido del inglés por el autor de este ensayo

[3] Arguedas, pg 143

[4] princeton .edu. Imagen de muro

[5] Schreffler, Imagen 7.5 y 7.6

[6] Schreffler, pg 142

[7] Schreffler, 67

 

Bibliografía

  1. Schreffler, Michael J. Cuzco Incas, Spaniards, and the Making of a Colonial City. Yale University Press, 2020.
  2. Arguedas, José María, and Ricardo González Vigil. Los Ríos Profundos. Madrid: Cátedra, 1995.
  3. Elaine Romano, Junior. “Muro Inca.” Constructing Inca: The Modern Allure of an Ancient Culture, Princeton University, 23 Apr. 2018, https://www.princeton.edu/news/2018/04/23/constructing-inca-modern-allure-ancient-culture. Accessed 5 Nov. 2022.
Ganesh Mejia-Ospina

Ganesh Mejia-Ospina

Hola, mi nombre es Ganesh Mejia Ospina. Soy un estudiante de pregrado en la Universidad de Chicago. Nací en Colombia, y a los 3 años me fui con mis papás a los Estados Unidos. Una de las metas más importantes en mi vida es mantener y fortalecer mi español. Gracias a la clase de la profesora van de Hout-Huijben para hablantes nativos, pude acercarme a esa meta y aprender en cantidades abundantes sobre la historia y la literatura latinoamericana.